lunes, 28 de octubre de 2019

Cargos públicos y música

Un buen gobierno dignifica las labores de quienes intervienen con ellos en la vida púbica, en este caso hablaré de manera general de los artistas. Bien conocida es la influencia que tuvo el mecenazgo a las artes en la Florencia del renacimiento italiano. Figuras como Miguel Ángel, Rafael o Leonardo Davinci son trascendentales en este episodio de la historia. La Camerata Florentina existió gracias al conde Giovanni De'Bardi. La fama inmortal de los Medici esta estrechamente ligada a estos figuras y viceversa.Bach, Mozart o Beethoven enaltecen el poder de sus mecenas, quienes eran conscientes de la importancia que tenía resaltar la genialidad de estos compositores para dar lustre a sus cortes en aquella época y en épocas posteriores. Cuando George Gershwin murió la presidencia de Estados Unidos envió un navío para que sus restos mortales fueran trasladados. Irving Berlin, considerado el padre de “la canción americana”, fue responsable de componer música para elevar la moral de las tropas y dar confianza a la población de Estados Unidos cuando se hizo inevitable la intervención de este país en la segunda guerra mundial. Disney también fue convocado y participó desde su campo, su trinchera, a cumplir con el llamado patriótico. El Rey Sol en el palacio de Versalles depositó en Jean Baptiste Lully la enorme responsabilidad de dar pompa a su corte a través de la Tragedia Lírica, como consecuencia de esto los siglos posteriores disfrutan del Ballet. El Rey Sol era bailarín de ballet, en los retratos de la época se puede ver en posición de ballet al gremio cortesano.Sería una necedad decir que los gobernantes y  monarcas giraban en torno al arte, pero ¿Qué sería de la reputación de la corte inglesa sin la música de Handel? O de figuras controvertidas como Hittler y Mussolini quienes inflaron su reputación destacando la música de Wagner y de Verdi respectivamente. Pero no fueron los únicos, ya que un capítulo importante de la historia de la música está directamente relacionado con la “Música Nacionalista”. Recordemos que el sistema político ruso entendió que a través de sus compositores podría establecer una identidad duradera. Otro ejemplo de como los gobernantes hábiles han puesto su sello en la historia apoyándose en el talento musical de algunos ciudadanos es el Jazz Latino, una mezcla de folclor caribeño con la “música prohibida” por el sistema. El Latin Jazz es sin duda un uno de los géneros mas auténticos de la música de occidente en el siglo XX. 


De la misma manera que un gobernante o un funcionario público de amplias miras sabe reconocer la importancia que tiene para su cometido dignificar las artes también puede suceder lo contrario. Cuando se valora superficialmente el poder del arte la fama de quienes le quitan dignidad es negativa. Cuando el talento es vulgarizado ante públicos que no están a la altura del arte es fácil adquirir esta fama y muy difícil mejorarla.El público, entendido en este contexto como un grupo de personas que se reúnen en algún lugar con fines estéticos, no está obligado a valorar expresiones artísticas que se le presentan inesperadamente. Cierto es que seducir los ambientes es una de las responsabilidades del artista, pero también es cierto que no se le puede exigir a una persona que va en el metro que valore la intervención inesperada de un músico virtuoso, mucho menos se le puede reprochar que en lugar de disfrute sienta incomodidad, pues lo que puede ser “música sublime” en un escenario adecuado, con un público adecuado, en condiciones determinadas y con un propósito definido, puede ser “ruido inoportuno”, en un vagón de metro, en un bloque de apartamentos o en una sala de espera de una oficina cualquiera donde las personas tienen sus mentes ocupadas en asuntos diferentes a la contemplación estética. Romper bruscamente los códigos naturales de un espacio determinado con “buena música” puede convertirla en “ruido vulgar”. La cosa empeora cuando el músico, solo o acompañado, es conducido por la autoridad del gobernante a realizar una intervención de tal tipo.  Pues se puede ver enfrentado a una situación que considera, con justa razón, un menosprecio de su arte. Que horas, días, semanas, meses incluso años de serio trabajo se vean reducidos a: “por que no tocas o hablas de tu arte a estas personas que están aquí sentadas esperando su turno, puede herir en lo mas profundo al portador del arte” o el típico “así te das a conocer”. La historia no recuerda con mucho aprecio al “señor” que obligaba a Bach a vestirse con uniforme militar y tocar en el grupo de caza, cuando el genio de Bach estaba enfocado en la creación de la música mas elevada de los últimos siglos. El gobernante que expulsó de una patada a Mozart de la corte tampoco tiene muy buena prensa en la historia, Mozart estaba reclamando su derecho a un público digno y a un trato acorde con la grandiosidad de su obra y en cambio le obligaban a crear "música con amables funciones digestivas" para divertir a una muchedumbre que no estaba a su altura.  El que ostenta el poder puede caer un ridículo de proporciones descomunales ante sus contemporáneos y de sus remotos descendientes, como aquel gobernante que envió a la prisión domiciliaria a Galileo Galilei cuando éste comunicó que la tierra giraba alrededor del sol. Una posición vergonzosa y una reputación despreciable igual que la que tienen los “santos inquisidores” ante la historia. Ni que decir de esos gobernantes que expulsaron a los jesuitas de España desterrando con ellos el espíritu intelectual de la época. O aquellos brillantes líderes que enviaron a los hermanos Grimm fuera de las fronteras. Pero también es cierto que no todos los que dicen ser “artistas” lo son. Muchos gritan a los cuatro vientos que poseen un gran talento, y se empecinan en estar cerca de quienes ostentan cargos influyentes. Estas personas muchas veces lo único que poseen es una gran vanidad y un ego que los supera, llaman arte a lo que no es mas que orgullo, frustración, envidia y autoadulación. Seres vulgares y engatusadores que al gozar de la aceptación de quienes ostentan el poder usurpan el lugar de quienes realmente lo merecen. Esta clase de parásitos que se alimentan como pulgas de la sangre  del cuerpo del arte merecen ser invitados a poner su obra al lado de la de los gigantes que han ganado un lugar en la historia gracias al verdadero talento. Un talento tan poderoso que prescinde del beneplácito del gobernante y de la aprobación del público casual para elevarse como el sol y proyectar luz aunque las nubes lo tapen. 
Afortunada la época en la que coinciden aquellos que saben cual es su lugar y respetan su posición respetando la de aquellos que pueden engrandecerles. Esculpiendo con dignidad en el mármol de los tiempos sucesos que servirán como puntos de referencia a quienes ocupen su lugar en épocas posteriores. Merecen alabanza e inmortalidad aquellos que brindaron oportunidades dignas a los auténticos portadores de la diferentes manifestaciones artísticas, de igual manera merecen ser recordados aquellos artistas que estuvieron a la altura de servidores públicos y gobernantes educados.  
¡Saludos musicales!
hansbetancourth.com